Hay que mantener el sentido de humor
La vida en una cultura trae consigo muchas sorpresas. Justo cuando crees que lo tienes todo resuelto, vuelves a meter la pata. Incluso después de muchos años, seguro que hay un momento inesperado en el que vuelves a cuestionarte por completo a ti mismo o a la otra cultura. Con el tiempo, me he acostumbrado un poco a estos momentos y he aprendido a tomarlos con humor también. Aquí comparto algunas de esas situaciones que todavía me hacen sonreír:
Nadie debería quedarse parado en la puerta
Cuando mis vecinos en Alemania dejan un paquete perdido en mi casa, siempre sucede bastante rápido: abro la puerta, "Hola", dejan el paquete, "Gracias, adiós", cierro la puerta de nuevo. En Ecuador solía hacer lo mismo. A quien timbra, ya sea un vecino o un familiar, no pensaba en dejarle entrar inmediatamente al departamento desordenado.
Después de mucho tiempo, acabé dándome cuenta de que a mí siempre me dejaban entrar enseguida. No importaba que tan insignificante era el asunto. Quien me abría la puerta decía: "Pasa, pasa..." (entra). Después de años escuché una conversación de pasada donde decían como era de muy mala educación "no dejar pasar" a la gente y dejarlos en la puerta. Ups...
"Pensé en solamente almorzar y ya”: ¡hay que ser flexible!
Tuve que sonreír cuando un cliente alemán, casado con una ecuatoriana, me contó una vez que llevaba media hora sentado en la mesa del almuerzo, porque le decían que ya estaba la comida. Se sentó a la mesa... Lógico, ¿no? Le dejaron ver durante otra media hora cómo el queso, que ya había sido servido, se convertía en salsa, mientras las tartas gourmet que él y su mujer habían traído eran devoradas de paso como si fueran papas fritas: después de poco tiempo sólo quedaban migas en el plato. Al final llegaron todos, la comida propiamente dicha se acabó rápidamente, pero aún quedaba el postre, luego el café, después las galletas, y eran las 6:00 de la tarde.
Año nuevo en la playa, o no
En Ecuador aprendí que los planes están ahí para ser remodelados. Así es bueno tener un plan A, pero siempre se puede convertir en otra cosa. No fue tan fácil al principio. Tenía una idea tan linda del plan de Año Nuevo en la playa. En lugar de eso, nos detuvimos en casa de unos amigos a mitad de camino. Nadie podía rechazar su invitación a despedir el año viejo espontáneamente en su casa, a pesar de haber reservado una comida en el hotel. Así que todo resultó bastante diferente de lo esperado, pero aun así lo pasamos muy bien.
Mensajes de texto – Hay que preparar el ambiente
Usualmente mis mensajes de texto eran cortos y directamente al grano. Más que nada si se trataba de coordinar algo. Desde que vivo en Ecuador aprendí que los mensajes tienen que empezar con un "¿Cómo estás?" o "¿Qué tal el día?".
Un simple "¿Podría ayudarme con X?" sin ninguna pregunta de entrada puede percibirse muy grosero. Al principio, me parecía innecesario. Ahora las considero una forma valiosa de mantener y profundizar las relaciones.
Lecciones aprendidas del intercambio
Lo que al principio resultaba agotador, al final tenía sentido. Sólo tenía que entender los valores subyacentes. Vengo de una cultura muy pragmática, por decirlo así. Y me gusta el pragmatismo de mi país de origen. Es previsible, puedes confiar en que se cumplan los horarios y los planes, y también lo hacemos por respeto a los demás: respeto por su tiempo, sus planes y su intimidad.
Aquí entendí cómo el respeto y la conexión se demuestran de otra forma. No importa lo desordenado que esté tu casa o si tienes que irte enseguida. No se deja a alguien plantado en la puerta. Una invitación siempre es un regalo, una comida es tiempo que pasamos juntos. La relación y el compartir son más importantes que los horarios. Planes no son más que planes; el hecho de que las cosas salgan de forma diferente a lo que pensabas también puede ser un enriquecimiento.
¿Hasta qué punto quieres sumergirte en la otra cultura?
También aprendí a reconocer mis límites y que no tengo por qué estar de acuerdo con todo lo que se espera de mí. Al principio no fue tan fácil, pero con el tiempo me di cuenta de que en todas las culturas tiene que haber «ovejas negras», es decir, los que se salen de la línea. Incluso en Alemania, no soy la «típica alemána» que siempre planifica todo a tiempo. Una cultura establece valores compartidos, pero siempre pueden cuestionarse y no son reglas universales. La gente que te conoce bien lo entiende y lo acepta.
Relaciones en el mundo intercultural
En relaciones Es particularmente importante que no se espera una adaptación absoluta de la pareja. Existe una responsabilidad compartida de construir la relación de tal forma que ambas culturas sean tomadas en cuenta. O más bien dicho, que se llega a una cultura familiar compartida.
La vida en otra cultura es un viaje lleno de sorpresas y nos permite comprender lo que NO es evidente. Nos reta a salir de nuestra zona de confort y a estar abiertos a nuevas experiencias. Si estas son las experiencias que buscas, estas "situaciones de choque cultural" se convierten en retos apasionantes.